¡hay un gran pan!
El tiempo limita mis anhelos: proyectos entre los que hay necesariamente que escoger, actividades soñadas a las que renunciar por falta de tiempo, visitas una y otra vez aplazadas, amistades construidas que hay que mimar y cuidar... todo ello me hace robarle tiempo al blog para dedicárselo a la gente -que sin duda he conocido gracias a él-, a los encuentros y a los libros.
Acaba el año y mientras me dedico a brujulear -o sea, a buscar el rumbo del blog para el nuevo año con mi brújula panarra- cierro un maravilloso 2013 con tres ejemplos de hogazas (una blanca, otra con harina Granary y otra con trigo duro) de lo que he aprendido en este año. Desde luego, he tenido la suerte de aprender de muchos y grandes a lo largo de estos meses. Y una de las cosas interesantes -porque puede llevar a muchas otras técnicas y procesos- es la cuestión de la doble hidratación de masas. Hasta hoy sólo había utilizado esta técnica para hacer chapatas, masa hidratada por excelencia.
Pero desde hace poco estoy haciendo hogazas con ella. Es la prueba de fuego para las harinas. Esta técnica permite lograr unas masas al 80 y 90% de hidratación, dotadas de tenacidad y cuerpo, para poder formar hogazas (con algo más de dificultad que una masa al 60%, claro) pero sin tener que recoger la masa a cucharadas por la encimera.
Acaba el año y mientras me dedico a brujulear -o sea, a buscar el rumbo del blog para el nuevo año con mi brújula panarra- cierro un maravilloso 2013 con tres ejemplos de hogazas (una blanca, otra con harina Granary y otra con trigo duro) de lo que he aprendido en este año. Desde luego, he tenido la suerte de aprender de muchos y grandes a lo largo de estos meses. Y una de las cosas interesantes -porque puede llevar a muchas otras técnicas y procesos- es la cuestión de la doble hidratación de masas. Hasta hoy sólo había utilizado esta técnica para hacer chapatas, masa hidratada por excelencia.
Pero desde hace poco estoy haciendo hogazas con ella. Es la prueba de fuego para las harinas. Esta técnica permite lograr unas masas al 80 y 90% de hidratación, dotadas de tenacidad y cuerpo, para poder formar hogazas (con algo más de dificultad que una masa al 60%, claro) pero sin tener que recoger la masa a cucharadas por la encimera.