¡Debe ser lo más parecido a desayunar dos veces!
Nunca he desayunado gachas, soy más de tostadas. Las gachas son tan antiguas como el famoso
puls romano, de trigo o probablemente más a menudo de farro, cebada, centeno, avena, según la región del imperio, según el clima y los suelos... y que hoy, en cambio, identificamos con la cultura escocesa del
porridge de avena. En Andalucía ha sido tradicionalmente típico un postre llamado
poleá, que se prepara enriqueciendo unas gachas de harina con matalahúga, miel, a veces aceite, y leche.
Pero es cierto que pienso en la avena en concreto, y me relamo. Es uno de los cereales
más completos y saludables. Hacer pan sólo con avena es difícil... pero puede combinarse con el trigo para hacer delicias como un buen pan de molde. Por eso, cuando vi la receta del
Old-Fashioned Oatmeal Bread en la página de
King Arthur Flour pensé que tenía que adaptar esa receta.
Pan de gachas de avena, viejuno como él solo, tradicional, casi romano, profundamente local y lejano, en el tiempo y el espacio, todo al mismo tiempo. Pan de gachas, de poleá, de porridge: pan construido sobre la base primitiva de nuestra alimentación, esas papillas de cereal con las que nos destetaron y con la que a lo largo de los siglos alimentaban al final de la vida a los ancianos, ya sin dientes, sin posibilidad de seguir comiendo carnes, frutas y frutos duros...
Panes -por ello-
totémicos, que representan el ciclo de la vida.