¿Apetece un postre?

Endulzando una cena muy especial 

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Como bien dice Suave como bizcocho, esta receta es la madre de las recetas... de bizcocho de chocolate. Es una maravilla: aprovechas la superproducción de MM y te permite crear uno y mil postres distintos.

Puede ser el bizcocho del desayuno, la merienda o la cena con un gran vaso de leche; es un magnífico regalo o un instrumento de relajación para complicadas reuniones de trabajo; tiene la consistencia suficiente para ser la base de distintas tartas (como esta, o esta); admite variaciones creativas ... y en esta ocasión se ha convertido en la base de unos deliciosos dulces individuales para una cena veraniega, de terraza y de pre-cumpleaños. Teníamos muchas cosas que compartir (entre otras, el cumple de mi costilla), amigos con quien hacerlo y necesidad de relajarnos.

Tras una mesa bien surtida de aliños variados, carnes y mini-molletes granary rellenos,

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estos pasteles pusieron fin a la velada revolucionaria (por algo fue antes-de-ayer 14 de julio).

La receta del bizcocho es casi la misma receta que ya está publicada, aunque con algún ajuste que, para mi gusto, mejora el resultado. Y ello es la prueba de que sólo repitiendo ciertas recetas uno llega a entenderlas, controlarlas y adaptarlas ... para mejor (que siempre es posible). Los ajustes son un tercer huevo para los mismos ingredientes y una cucharadita rasa de café soluble (puse descafeinado). Este último ingrediente realza el sabor del chocolate y lo eleva a niveles inconmensurables.

Como la receta es tan generosa, la última vez que a preparé en lugar de utilizar un molde rectangular de 30x24 cms. utilicé dos moldes de tipo cake (30x10 cms, más o menos). Me salieron dos pedazo de bizcochos: uno fue a una reunión -complicada- de trabajo para ayudar a crear ambiente de concertación y el otro al congelador a la espera de un momento propicio.

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Y el momento llegó de sacar el segundo bizcocho y reciclarlo convirtiéndolo en pastelillos de fiesta. Para ello tan sólo han hecho falta unos aros de emplatar, algo de almíbar para emborracharlos (todavía me quedaba algo del almíbar de confitar cortezas de naranja) y una deliciosa mousse de turrón.

Los ingredientes, podemos decir, eran todos de reciclaje (bizcocho des-congelado, turrón de la pasada Navidad....), en fin, postre de crisis.

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A continuación, detallo la receta de la mousse de turrón y todo el proceso de montaje de los pastelillos.

Ingredientes

1/2 sobre de gelatina neutra en polvo

50 ml. agua

200 gr. nata para montar

150 gr. turrón blando

2 claras de huevo

15 gr. azúcar glas

Método de elaboración

Disolver la gelatina en el agua. Calentar ligeramente y reservar.

En una cuenco batir el turrón con la nata. Añadir la gelatina y mezclar bien con la batidora o una espátula.

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En otro cuenco montar las claras y añadirles el azúcar glas para estabilizarlas.

Añadir las claras montadas al batido de turrón, en dos o tres veces para que no se bajan demasiado las claras.

Montaje de los pasteles

Cortar rodajas del bizcocho de 2 centímetros de grosor con el aro de emplatar.

(Los recortes desaparecieron misteriosamente a la hora de la merienda... Preferí no investigar).

Colocar los aros sobre una fuente y forrarlos con papel de hornear. Colocar una rueda de bizcocho en cada aro.

Calentar el almíbar. En este caso era almíbar procedente de confitar naranjas (cuyo sabor le va perfecto tanto al chocolate como al turrón). Regar los bizcochos hasta que estén saturados de almíbar. Verter la mousse sobre los bizcochos hasta que tengan la altura deseada.

Refrigerar varias horas. Es perfecto si se preparan la víspera, para que cuaje bien y los sabores vayan fundiéndose.

A la hora de servir, desmoldar retirando primero el aro y luego el papel con cuidado. Adornar con azúcar glas, virutas de chocolate o canela (que combina perfectamente con el turrón).

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