Gracias, Bakery's Place

... o de cómo nos iniciamos en el mundo de los cake-pops

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Esta entrada está dedicada a Bakery's Place, porque es una fuente inagotable de sugerencias, apoyo y comprensión. Esta Navidad pudimos intercambiar algunos detalles que nos unieran en la realidad física, después de meses de amistad "virtual" (sólo por el soporte, no por la calidad de la amistad).

En la caja que me envió y en la que venía la harina candeal que me ha permitido unos experimentos estupendos para hacer mis primeros panes de miga prieta o refinada, venía también para mis hijas EL LIBRO, porque hablando de cake-pops el libro sólo puede ser el de Bakerella. Y como era inevitable, nos hemos sumado a la aventura y hemos hecho nuestros primeros pastelillos.

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La experiencia ha sido muy gratificante: de hecho nos hemos lanzado a la aventura sin candy melts, con  un bizcocho casero, crema de queso dulce, unas tabletas de buen chocolate con leche, algo de leche y distintos tipos de perlas y adornos de azúcar. Y es que en nuestra ciudad es difícil encontrar todos los suministros que requieren estos dulces (ni candy melts, ni rotuladores alimentarios, ni .....).

Eso sí, tuve la suerte de encontrar en una gran superficie los palitos de piruleta que hacían falta: sólo tenían tres paquetes y los compré los tres.

La diversión está asegurada: es una tarea para hacer con niños y toda una tarde libre por delante, para tomarse las cosas con paciencia y buen humor. Ah, y un poco de planificación, para tenerlo todo listo en el momento oportuno.

La noche antes de nuestra tarde de decoración, deshice medio bizcocho de limón (de las tres recetas de la entrada, la opción 2, que salió francamente bueno y tenía una densidad y textura que me parecieron perfectos para los pops) en un gran cuenco.

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Luego mezclé en un pequeño cuenco una tarrina de queso crema de 200 gr. y 50 gr. de azúcar glas. La foto es un poco oscura: era de noche y mi cámara no tenía casi pilas... (a veces esto le ocurre a cualquiera, ¿verdad?).

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Mezclé bien ambos ingredientes en el cuenco grande, tapé el cuenco y lo metí en el nevera hasta el día siguiente a las cuatro de la tarde más o menos. En ese tiempo, los sabores del bizcocho de limón y el queso crema se fundieron bien y la masa adquirió una textura muy manejable.

Nuestra primera tarea, con las manos bien limpias fue formar las bolas, bien regulares y uniformes. Para ello nos pusimos en la terraza, pues el sol de la tarde es un lujo que no se puede desaprovechar. Podeis ver las pequeñas manos de mis hijas dando forma a las bolas de masa, mientras yo me ocupaba del reportaje gráfico.

Terminamos con 30 bolas, todas muy parejas, que colocamos en el congelador durante un rato (casi una hora). Entretanto, comenzamos a preparar la cobertura y a sacar nuestro surtido de perlas y adornos de azúcar de distintos colores.

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Tras pelearnos con un par de tabletas de chocolate con leche de marca blanca de hipermercado y conseguir unas pasta grumosa inservible (salvo para desleir en la leche calentita y ni así...) echamos manos del chocolate bueno (que está en la parte más alta del frigorífico lejos de las pequeñas manos...

Y con el chocolate bueno y algo de leche conseguimos una cobertura excelsa. Los primeros pops tenían una capa gruesa en exceso porque estaba muy densa. Luego la aligeramos y cubría mejor. Mi temor era si se endurecería los suficiente, pero no hubo problema: los cake-pops viajaron al cole para la media mañana y aguantaron bien el trasporte mochilero y la espera hasta media mañana... ( y eso no es poco, teniendo en cuenta que salieron de la nevera a las 8 y media de la mañana y fueron devorados "at noon", o sea, a las 12 en punto del mediodía.

pero claro, con los ensayos y el chocolate desechado, tuvimos que limitar nuestra producción a una docena de panadero de cake-pops. ¿Qué cuánto es una docena de panadero? A baker's dozen es una expresión inglesa que comprende 13 unidades. Si os preguntáis por qué 13, la respuesta es que el primer cake pop fue un fiasco:

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Fue fruto de una mala combinación de chocolate espeso y masa blanda. En ese momento decidimos que las bolas necesitaban más de 15 minutos de congelador.

A partir de ese primer pop, todo fue sencillo. Nos limitamos a decorar una docena: el resto fueron debidamente envasados y congelados. Y esperan turno para una tarde divertida o una reunión de amigas de las niñas en casa (que será muy pronto porque se acerca el cumple de la benjamina).

La tarde se nos hizo corta. Disfrutamos muchísimo y cada niña fue eligiendo qué decoración utilizar para sus pops.

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Os dejo con algun par de pops escogidos.

Adornos geométricos

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Alguna cara divertida

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Cuando terminamos la sesión de decoración era bastante tarde. Los guardamos en la nevera. Y obviamente, a la mañana siguiente nos levantamos corriendo en busca de la primera degustación de home-made cake-pops (bizcoletas caseras, en castellano). Personalmente, yo tenía dudas sobre si me gustaría ese amasijo prensado de bizcocho y crema, recubierto de dulce chocolate y azucarillos. Pero tengo que reconocer que es todo un invento: delicioso y divertido.

¿Qué más se le puede pedir a la vida?

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