Unas masas, algo de tiempo...
¡un horno, varias pizzas, muchos panes y, sobre todo, un amigo!
El pan es tiempo, la amistad es tiempo, la vida está hecha de tiempo. Y el mejor tiempo es el que compartimos. Y si es posible, ahora que bajan las temperaturas, al calor de la lumbre.
No deja de sorprenderme cómo un poco de harina me ha llevado a conocer gente tan especial, transformando mi tiempo, mi pan y mi vida.
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No deja de sorprenderme cómo un poco de harina me ha llevado a conocer gente tan especial, transformando mi tiempo, mi pan y mi vida.
Hace un par de años organizamos un encuentro en casa para panear un rato: lo llamamos Al-P-Andalus y fue el primer intento de construir "comunidad" panadera en nuestra ciudad. Éramos foreros (de El foro del Pan) que sabíamos que vivíamos en la misma ciudad, queríamos hacer compras juntos, intercambiar experiencias...
Es cierto que las relaciones se van tejiendo muy lentamente. En estos dos años he visto crecer y desarrollarse redes entre los aficionados caseros y los panaderos artesanos en mi entorno más inmediato. A la par, hay personas con las que desde el primer momento se fragua una relación densa y fuerte, no necesariamente cotidiana, pero llena de comunicación, de gestos entendidos, de intereses comunes, de respeto y opiniones cruzadas y enriquecedoras. Y, de repente, un día hablas de hijos, de padres, de trabajo, de sueños, .... y te das cuenta de que si el hilo que te unió era fino y elástico, hecho de harina y agua, hoy es trenza y mañana es una cuerda firme que te sostiene.
Y por eso nos reunimos a celebrar cosas juntos. Llevábamos meses con celebraciones pendientes: un bebé precioso, una Constitución centenaria, un horno de Pereruela, el reencuentro con una antigua alumna de mi costilla, ganas de probar harinas y panes... tantas coincidencias en una sóla amistad.
Y claro, cuando por fin hemos logrado reunirnos, lo hemos celebrado a lo grande: hornada de pizzas y panes, en torno a una grandísima mesa y con una familia grande, de corazón y de espíritu.
Siempre me ha admirado poder participar en una reunión familiar que no es la mía. Es mágico ver cómo la gente se desenvuelve en esos momentos. Parece que uno puede llegar a apreciar los hilos y conexiones entre unos y otros... Es verdaderamente un privilegio ser testigo y poder dar testimonio de la hermosura de la vida de una familia grande, tolerante, risueña, en la que te sientes cómoda desde que entras por la puerta, en la que no importa si tus niñas son preguntonas o silenciosas, si corren o si juegan, en la que puedes entrar en la cocina a echar una mano o sentarte en la sala a conversar con los demás, y todo es igualmente natural; una casa con las puertas abiertas, los corazones llenos de cordialidad (¿eso no es una redundancia?) y las mentes abiertas al diálogo. Una casa donde suena la música en la sobremesa, no se enciende el televisor y se sacan los juegos de mesa,... Una casa en la que, cuando te das cuenta, hacía rato que se hizo de noche y debías haberte despedido educadamente.
Ha sido una experiencia grata en la que algunos misterios han quedado sin resolver: ¿cómo es posible que de 4 kgs. de masa bien pesada salgan 21 porciones de 200 gramos? Pues sí, hubo 21 pizzas... ejem, ejem, sólo que una no llegó al horno porque unas manos inocentemente torpes hicieron de la torpeza un festín para los perros... pobrecicos, que también querían celebrar el grato encuentro.
Fue fascinante comprobar cómo las pizzas se horneaban a más de 300º, con fuego vivo aún dentro del horno. Claro que para los panes tuvimos que dejar morir el fuego y esperar a anochecido para comenzar el horneado.
Con un horno casi a 300º, los panes se disparaban rápidamente y crecían nada más tocar la solera.
Se cocieron tan rápido (comparado con mi horno doméstico) que les tomamos la temperatura a cada uno de ellos para comprobar que estaban completamente cocidos.
Y lo que comenzó siendo un día campestre, con unas masas de las de siempre, algo duras al principio y luego gracias a la masa madre bien tiernas...
... terminó alumbrando unas hogazas maravillosas ...
... que sabían a amistad, a familia y alegría compartida, a calor de hogar y horno artesano.
Es cierto que las relaciones se van tejiendo muy lentamente. En estos dos años he visto crecer y desarrollarse redes entre los aficionados caseros y los panaderos artesanos en mi entorno más inmediato. A la par, hay personas con las que desde el primer momento se fragua una relación densa y fuerte, no necesariamente cotidiana, pero llena de comunicación, de gestos entendidos, de intereses comunes, de respeto y opiniones cruzadas y enriquecedoras. Y, de repente, un día hablas de hijos, de padres, de trabajo, de sueños, .... y te das cuenta de que si el hilo que te unió era fino y elástico, hecho de harina y agua, hoy es trenza y mañana es una cuerda firme que te sostiene.
Y por eso nos reunimos a celebrar cosas juntos. Llevábamos meses con celebraciones pendientes: un bebé precioso, una Constitución centenaria, un horno de Pereruela, el reencuentro con una antigua alumna de mi costilla, ganas de probar harinas y panes... tantas coincidencias en una sóla amistad.
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Y claro, cuando por fin hemos logrado reunirnos, lo hemos celebrado a lo grande: hornada de pizzas y panes, en torno a una grandísima mesa y con una familia grande, de corazón y de espíritu.
Siempre me ha admirado poder participar en una reunión familiar que no es la mía. Es mágico ver cómo la gente se desenvuelve en esos momentos. Parece que uno puede llegar a apreciar los hilos y conexiones entre unos y otros... Es verdaderamente un privilegio ser testigo y poder dar testimonio de la hermosura de la vida de una familia grande, tolerante, risueña, en la que te sientes cómoda desde que entras por la puerta, en la que no importa si tus niñas son preguntonas o silenciosas, si corren o si juegan, en la que puedes entrar en la cocina a echar una mano o sentarte en la sala a conversar con los demás, y todo es igualmente natural; una casa con las puertas abiertas, los corazones llenos de cordialidad (¿eso no es una redundancia?) y las mentes abiertas al diálogo. Una casa donde suena la música en la sobremesa, no se enciende el televisor y se sacan los juegos de mesa,... Una casa en la que, cuando te das cuenta, hacía rato que se hizo de noche y debías haberte despedido educadamente.
Ha sido una experiencia grata en la que algunos misterios han quedado sin resolver: ¿cómo es posible que de 4 kgs. de masa bien pesada salgan 21 porciones de 200 gramos? Pues sí, hubo 21 pizzas... ejem, ejem, sólo que una no llegó al horno porque unas manos inocentemente torpes hicieron de la torpeza un festín para los perros... pobrecicos, que también querían celebrar el grato encuentro.
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Fue fascinante comprobar cómo las pizzas se horneaban a más de 300º, con fuego vivo aún dentro del horno. Claro que para los panes tuvimos que dejar morir el fuego y esperar a anochecido para comenzar el horneado.
Con un horno casi a 300º, los panes se disparaban rápidamente y crecían nada más tocar la solera.
Se cocieron tan rápido (comparado con mi horno doméstico) que les tomamos la temperatura a cada uno de ellos para comprobar que estaban completamente cocidos.
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Y lo que comenzó siendo un día campestre, con unas masas de las de siempre, algo duras al principio y luego gracias a la masa madre bien tiernas...
... terminó alumbrando unas hogazas maravillosas ...
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... que sabían a amistad, a familia y alegría compartida, a calor de hogar y horno artesano.
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¿Qué más pedirle a este otoño?
Tan sólo seguir contando con gente especial cerca,
con la que un@ puede hacer siempre
¡buenas migas!
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Cómo me gustan estas crónicas de harinas, panes y amistad. Y cómo envidio un horno de leña.
ResponderEliminarGracias por compartirlo.
Un beso.
Me encanta tu blog, el cariño que le pones y tus excursiones por las panaderías.
ResponderEliminarUn saludo,
Rocío
rococina.blogspot.com.es
Preciosas fotos. Yo quiero uno igualico. Solo me falta un sitio donde ponerlo. En el balcón de casa sería un poco escandaloso, ¿no?
ResponderEliminarEulalia, ¿ Cómo hiciste para controlar las masas y que esperasen al Horno?.
ResponderEliminarFíjate que yo sigo horneando en el Horno eléctrico, y tengo también horno de Pereruela.
No hay manera de casar las dos cosas. Ahora ha bajado la temperatura, y cambian los tiempos. Por otra parte, me aterra pasarme en la fermentación; pero no llegar también me agobia...
¿ Quién ha dicho que hacer pan es fácil?.
Aprovecho para decirte que comprobé lo de desgasificar la masa. Y , sí, cuando no se hace, pierde mucho la imagen de la hogaza.
Pero qué bonita es esta afición!!. Aprendes el valor del tiempo, como tú misma dices. Y valoras lo artesano y natural. ¡ Todo un lujo !.
Un beso!
Para el horno de pereruela, es perfecto hacer hogazas de masa madre... siempre van más lentas y te permiten ser más elástica con el tiempo durante el cual la hogaza puede esperar a que el horno esté listo. Y si te ves agobiada, lo metes un rato en la parte más fría de la nevera, para que vaya más despacio.
EliminarEs cierto que es difícil de acompasar...
Que palabras más bonitas que definen la amistad, el hogar, la vida sencilla, la calidez... por un momento he estado con vosotros amasando, horneando, que envidia me habeis dado poder compartir ese pequeño trozo de masa que se convierte en algo grande, que no es solo pan, sino que significa mucho más.
ResponderEliminarGracias por compartir esos momentos.
Pordios, qué envidia más grande.
ResponderEliminarMe alegro infinito de que haya estas reuniones en algún lugar del mundo. Cuando, por fin, mi pan salga medianamente bien, insistiré-insistiré-insistiré para que me aceptéis en el grupo ;)
Ya estás aceptada... ¡si es una bendición encontrar gente con la compartir ideas y masas!
EliminarWow Circe, me pierdo contigo. Qué suerte, siempre andas trasteando para hacer pruebas, cosas nuevas...etc. Me fascina esa pizza ue nos enseñas, receta?
ResponderEliminarUn besote hermosa!
Hola, Miss Migas... tu tampoco te andas con chiquitas (esos whoopie pies salados son un descubrimiento). No tengo la receta porque el amigo que tiene el horno tenía las masas de pizzas preparadas del día anterior. Pero le puedo pedir la receta y la cuelgo en los comentarios.
EliminarMe cuenta mi amigo que la receta es la de "dch", que está en el foro, especial para hornos de leña: http://www.elforodelpan.com/viewtopic.php?f=7&t=2588
EliminarUn abrazo.
Circe... me encanta, pero muchísimo!
ResponderEliminarYo es algo que echo un poco de menos y me encanta y lo disfruto enormemente cada vez que se me presenta la oportunidad.
¿Apañamos algo en Madrid? Yo ya sabes que, aunque pequeña, ofrezco mi casa y mi cocina... ¿Cuándo tienes planeado subir?
Me encantan las fotos de las pizzas hechas en el horno de piedra. Qué pinta tienen. Ana.
ResponderEliminarYo echo de menos el horno de leña de la cocina bilbaína de mi abuelo. Este horno es muucho mejor, pero me ha entrado una morriña tremenda: cómo saben los asados, el pan, los flanes...no tiene comparación.
ResponderEliminarLa pizza tiene una pinta para morirse.
Un abrazo