Todos sabemos que no es una tradición ancestral por estos lares... pero es muy divertido. No se puede negar que lo pasamos "de miedo" -nunca mejor dicho- anoche. Y todo ayudó un poco: los disfraces (geniales), los adornos de la cocina (ja, ja, ja), la sesión de cine posterior -Monster House, todavía oigo los gritos de mis hijas durante la primera media hora de película-, y como no, un menú adaptado a la ocación.
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La idea no fue mía, la verdad. En el blog Mis recetas bordadas, Jo preparó una hamburguesa gigante en forma de clabaza. Y me dió la idea brillante para la cena de Halloween. Pero claro, en casa la hamburguesa no es uno de los platos favoritos... y eso me llevó a pensar en una adaptación.
Reconverti la receta de la empanada y, eh, voilà. Lo único que había que hacer era seguir el diseño del artista de la casa (mi costilla) y traducirlo a masa y colores.
La empanada estaba lista en un momento. El relleno estaba preparado la víspera, rehogando con muchísima cebolla la carne del puchero (una mezcla de ternera, cerdo y pechuga de gallina) y los huevos cocidos aguardaban también su momento en la nevera. La masa, preparada también la víspera con harina de maiz y trigo, había madurado toda la noche y la mañana en la nevera.
Extendí, corte, rellené, cubrí.... y sólo quedaban los detalles. Para los cabos verdes de la calabaza, mezclé un poco de la masa con colorante alimentario verde. El truco fue meter la masa y el colorante en una bosa de plástico y "masajear" la masa hasta que absorbió el colorante. Tampoco me esmeré mucho y quedó veteada, lo que le daba un efecto muy agradable.
Para la calabaza, la masa ponía ya algo de color: como amaso con el aceite residual (más agua) de haber cocinado el relleno, que lleva mucho tomate, su color natural es naranja pálido. Para reforzar el color, pincelé la empanada con un poco de clara de huevo coloreada con naranja (también de uso alimentario, claro). Este era el efecto antes de hornear.
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Hay una pequeña diferencia entre la empanada antes y después del horneado: cuando llevaba 10 minutos en el horno me dí cuenta de que el huevo cocido comenzaba a resecarse, así que "rellené" los ojos y boca con queso rallado, que se gratinó y quedó como en la primera foto. Creo que de esa forma ha perdido un poco de contraste en los ojos y la boca, así que para la próxima vez creo que tengo que buscar algún otro truquillo.
Y para despedirnos, una panorámica del ambiente fantasmal que nos aguardaba para la cena.
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Qué buena idea soy Circe, puedo imaginar cómo se lo pasaron las niñas y cómo disfrutaron también los mayores de verlas a ellas, qué gozada. La empanada, una auténtica maravilla. Felicidades.
ResponderEliminarNo sé si este comentario será publicado. Ya te he comentado en alguna ocasión la imposibilidad de hacer comentarios a través de mi ordenador; no sé qué pasa pero quiero decirte que te sigo, que leo cada entrada de tu blog y me encanta, eres fantástica. Gracias por compartir tus recetas y tus momentos especiales.
Un beso muy grande.
Aqui si que es una tradición muy antigua pero con otro nombre y algunas diferencias. Aqui ahora le llamán Samaín, pero siempre se le llamo Magosto. Las calabazas y las castañas, asi como la beneración a los difuntos tiene un gran valor en este día. E de reconocer que me molesta un poco la anglofilación de la fiesta. Pero que se le va A hacer. Eso si, la tradición de las calabazas 100% autoctona, supongo que sería una tradición a nivel de toda europa. Ledo Magosto
ResponderEliminarQue chula!!!! La proxima vez la hare con empanada que en casa nos encanta tambien!
ResponderEliminarUn besazo y gracias. Con tu permiso lo pongo en mi pagina de facebook ;)
Genial! Gran idea lo de la empanada en forma de calabaza. Eres increíble. Enhorabuena
ResponderEliminarTe ha quedado perfecta!!! Muy muy bonita y muy buena idea hacerla empanada.
ResponderEliminargenial!! :)