sábado, 12 de marzo de 2011

¡No sólo de pan vive el hombre!

Y a buen hambre, no hay pan duro

Siempre se ha dicho, y es bastante cierto. Somos una generación afortunada: en la España que vivimos hoy, no hemos conocido el hambre de verdad -al menos los que tenemos menos de 50 años-. El pan más duro que hemos probado son los biscotes de nuestra infancia, modernizados hoy como tostas para aperitivo.

Pero la razón de ser de los biscotes no es el hambre. Se inventaron para poder viajar con provisión suficiente. Biscote significa "cocido dos veces" y gracias a ello, desecado. Y al perder el agua, era difícil que los mohos, bacteria, levaduras o lo que fuere proliferaran. Es un ántiguo método de conservación: la desecación, utilizado con las carnes y el pescado, con las verduras y las legumbres. Se ha hecho también tradicionalmente con el pan, dulce o salado: al dulce le llamamos galletas, al salado, biscote o tosta.

Y para poder decir con satisfacción que en casa no se tira nada, las pocas veces que se queda algo de pan casero atrasado... se recicla. Una veces es un pudding (un flan con pan, y rima), otras veces pueden ser estas tostas para el aperitivo.

El pan hecho en casa, con masa madre si puede ser, y bien cocido, difícilmente se estropea: no he visto que le salga moho a nuestro pan casero, a pesar de que vivimos en una ciudad calurosa y húmeda. Eso sí, puede terminar secándose. Y es la circunstancia perfecta para que el viaje a las tostas soñadas sea corto.

Lo primero es cortar el pan en rodajas muy finas: es sencillo si cuentas con una buena tabla (yo tengo una sólo para pan y otra para el resto de la cocina) y un buen cuchillo panadero.

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Luego, cortas cada rebanada en porciones razonables (de un par de bocados de tamaño) y las extiendes en una bandeja de horno.


Con el horno caliente (200º), las horneas hasta que queden bien secas y tostadas. El punto final depende del gusto. Yo siempre dejo algunas más claras y otras más oscuras... para que los comensales elijan cómo las quieren.

Y por último, es importante dejarlas enfriar en una rejilla, para que evaporen el agua que les queda (sin condensarla).

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Y a la mesa. Eso sí, merece la pena servir unas buenas unturas caseras para acompañar las tostas: hummus, ensalada de yogur y pepino, crema de salmón, ... Imaginación al poder.

Trucos y consejos
  • Si utilizas una bandeja de horno de color claro, el pan se va tostando más lentamente que si lo haces en una bandeja oscura (por la cantidad de calor que absorbe el metal). Ello contribuye a que se evapore mejor el agua sin que se quemen las tostas.
  • Las tostas de los extremos de la bandeja quedan más tostadas y oscuras que las del centro. Si quieres que todas tengan un punto de color uniforme, debes moverlas cuando las del extremo empiezan a coger color.

Recetas "rápidas" de unturas
  • Hummus: 200 gramos de garbanzos; el zumo de 1 limón (o menos, según gustos), sal, 1 cucharada de aceite de oliva (del "güeno"), 2 cucharadas de tahin (pasta de sésamo). Batir todo junto. Servir en un cuenco con un poco de pimentón y aceite de oliva por encima.
  • Ensalada de yogur y pepino: 1 pepino, sal, 1 yogur griego, ajo seco en polvo, 3 cucharadas de aceite y 1 cucharada de vinagre. Rallar el pepino, salarlo y colocarlo en un colador para que "llore". Escurrrirlo bien. Aliñar el yogur con el aceite, el vinagre y el ajo seco, batiendo muy bien. Añadir el pepino.
  • Crema de salmón: 200 gramos de queso crema (tipo filadelfia); 100 gramos de salmón ahumado, eneldo al gusto, 1 cucharada de yogur griego o de mayonesa. Batir todo junto hasta que se homogeneice. El eneldo puede sustituirse por perejil, cebollino u otras finas hierbas.

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