lunes, 24 de marzo de 2014

Equinoccio de primavera

Viajando por tierras de la Bética


Nos gusta celebrar el calendario de la tierra, de la luz, de la vida... por eso cada año al llegar los solsticios y equinoccios tenemos nuestros pequeños ritos.
El equinoccio de primavera suele ser propicio momento para una excursión. Este año decidimos una escapada a los confines de la provincia, hacia el Sur, a Estepa, que sin pretenderlo se convirtió también en pequeña escapada panadera.


Es una ciudad muy interesante. Cuenta con un patrimonio sacro impresionante, con ejemplos de barroco extraordinarios como las iglesias del Carmen o de la Asunción que tuvimos la suerte de visitar en privado gracias a la extraordinaria gentileza y calidad humana local.  Hasta 13 Iglesias, dos conventos, el de Santa Clara y el de San Francisco, restos amurallados (una torre ochavada, otra del Homenaje), ...



Su historia es la de una de las poblaciones más antiguas de la Bética, con pobladores turdetanos y luego la conocida sucesión romana, visigoda, árabe y cristiana. Entregada por el Rey Alfonso X El Sabio a la Orden de Santiago en 1267, fue más tarde vendida a un genovés en 1559, creándose el marquesado de Estepa.
Con unas vistas extraordinarias por su posición enclavada en un alto, si embargo, el día de niebla cerrada y agarrada a la montaña no nos dejó contemplar el paisaje de la Vega del Guadalquivir en todo su esplendor. Las vistas más limitadas, no dejaban de ser espectaculares.


En el convento de Santa Clara pudimos saber de los restos de un molino, de la recreación de un pequeño horno moruno panadero,... y aunque no había buscado hacer mi ruta del pan, el día me depararía esta y alguna otra sorpresa panadera.



 



En Estepa, la economía gira en torno al aceite y a los mantecados. Desayunamos gustosamente unos molletes razonables, con un aceite ciertamente extraordinario.

La ruta de los mantecados se recorre a lo largo de dos avenidas.

 


Una de ellas es la Avenida de Andalucía donde todas las fábricas importantes tienen tiendas expositoras con degustación gratuita las más de las veces y despacho comercial.
La otra es la Avenida del mantecado, ya en el polígono industrial, donde tiene además su sede el Instituto de FP  de Estepa donde se imparte la titulación de pastelería y panadería, y el recientemente inaugurado Museo del Chocolate, que no pudimos visitar.

La temporada alta de "turismo polvoronil" se extiende desde agosto hasta enero, por lo que nosotros poco pudimos disfrutar de las catas y exhibiciones de temporada. Pero resulta impresionante ver cómo la ciudad gira, la mitad del año, en torno a la producción e industrias auxiliares del mantecado.
En la plaza de la Coracha encontramos unos azulejos que explicaban así las "profesiones" asociadas a la producción del polvorón y el mantecado, todas ellas femeninas.








Gracias al tiempo desapacible y a que las visitas más típicas eran imposibles fuera de temporada - las fábricas de mantecados, el museo del chocolate, ... paseamos por sus calles, conversamos con sus habitantes todos maravillosamente acogedores, con ganas de mostrar y explicar su historia y patrimonio; comimos extraordinariamente, visitamos una tahona... y nos recreamos en la primavera que despunta.
En la ciudad de Estepa, los artesanos panaderos parecen concentrarse  -como en otras ciudades de la comarca- en torno a la calle hornillos.


En la confluencia con la calle "atahona" (curiosa corrupción), pudimos visitar la panadería de los Hermanos González Mercado.


Allí nos atendieron con mucho cariño. Fuimos los últimos clientes del día y del fin de semana, al filo de la una y media de la tarde. Con una producción centrada en la masa candeal típica de la región, con distintos formados, pudimos hablar de nuevas tendencias de pan.



En una población pequeña y tradicional es difícil hacer penetrar novedades, a pesar de las indudables inquietudes del panadero por nuevas formulaciones, a través de las actividades de la federación de panadería: pan candeal y mollete es el pan que los 13.000 habitantes de Estepa parecen buscar cada día. Eso sí, el que pudimos probar allí, tenía un magnífico sabor a pan de siempre, bien hecho y sin prisa. Por algo comienza su jornada laboral a las 11 de la noche los fines de semana (que se junta el pan habitual con comuniones, bautizos y cualquier tipo de celebración local) y al filo de las 14 horas aún tenía la tahona-despacho de pan-vivienda (a la antigua usanza y todo en uno) abierta.

Allí mismo pudimos ver sus panes, sus dulces y toda su maquinaria. Su formadora, su amasadora de brazos, un horno giratorio de carro (quizás lo más moderno del equipamiento), ... pero sobre todo, pasión por el pan de cada día.




Las famosas magdalenas de Osuna, que se enorgullecen de no llevar impulsor químico alguno (nada de bicarbonato de soda, royal o levaduras químicas similares), son motivo de un concurso cada año, junto con las roscas trenzadas.



Pudimos visitar la Pastelería Reina -semifinalista este año- y la pastelería Nuestra Señora de los Remedios, ganadora en ambas categorías y que lucía un cuidadísimo escaparate.

 

Pero nosotros, que nos habíamos reservado para probar las asopaipas con una taza de chocolate calentito, que es lo que pedía el cuerpo en un día en general desapacible..., nos encontramos con este cartel en sábado.
Y nada más agradable que recorrer la ciudad descubriendo rincones secretos y cuidados, llenos de las flores que nos anuncian que ha llegado la primavera.


De Estepa nos despedimos con un sol que luchaba por vencer la partida a la niebla: invierno y primavera intentando sucederse en armonía, pero sin prisa..
Pudimos ver un extraordinario atardecer ya subidos al autobús de línea que nos devolvería a la vida cotidiana, desde la que os dejo por hoy.

4 comentarios:

  1. Parece que he estado de excursión con vosotros, un lujo de entrada y una maravilla de población. Que buena idea la vuestra, de celebrar cada cambio de estación... queda apuntado.
    Gracias por compartir con tanta delicadeza y precisión.

    Un besote!!

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  2. Hola! Muy bueno el post! Agradeceros que os nos nombréis y os pasárais por nuestro pueblo, pero el nombre de nuestra pastelería es Virgen de los Remedios! no Virgen de la Asunción! jejeje Un saludo!

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    1. ¡Corregido! Gracias por enviarme el mensaje. Nos encantó nuestra excursión estepeña... volveremos.

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  3. =) ¡¡Qué entrada más bonita! Yo soy de Estepa y me parece que no podiais haber descrito mejor al pueblo! Me ha encantado, qué recuerdos y que melancolia me ha movido...y esas asopaipas...uhmm, pero qué buenas están!! ¡¡Qué ganas de unas junto con su chocolate calentito!! =) =)
    Un saludito

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