Me encanta el pan. Y cada día que pasa me parece un alimento más interesante y creativo.
Pero, la verdad, es una pasión reciente. A mis hermanas tengo que agradecer que me regalaran mi primer libro sobre el pan, al cambiar el siglo. Desde entonces ha pasado una década y el interés ha ido y venido, acompañándome en el frenesí de mi vida. Como el buen vino, espero que las habilidades hayan mejorado -mi marido piensa que sí, ¿verdad, cielo?-. Han sido años de no hacer pan y meses de actividad imparable. Años en los que compraba libros, leía y no amasaba y otros en que no he parado de inventar mis recetas, sin siquiera consultar la biblioteca.
Y ahora tengo la más bella de las cocinas (para gustos no hay nada escrito). Tras meses de obra, puedo disfrutar y sentirme cómoda. Me encanta que mis hijas inviten a sus amigas. Hasta ahora ha sido la decoración de galletas de Halloween, pero seguro que vendrán otras actividades compartidas.
Y entre ellas, este blog. Creo que me lo voy a tomar con calma. Poco a poco quiero ir recreando mis aventura culinarias: empiezo con pan y dulces, pero seguro que vienen otras cosas.
Mi objetivo: compartir esos trucos que tanto tiempo he tardado en localizar y que hacen las tareas más sencillas y, sobre todo, más interesantes; compartir también el acúmulo de información que uno va recogiendo en el camino; y mezclarme en la creciente lista de blogs culinario-domésticos. ¿Para cuándo tiendas especializadas en provincias sobre cocina y repostería?
Seguro que encuentro un hueco para escoger una primera receta o algunos de mis trucos y consejos (en fin, quién me iba a decir a mí que tenía algo que contar sobre el pan hace tan sólo unos días).