sábado, 16 de febrero de 2013

El que no se arriesga ...

¡No pasa la mar!

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Mi vida anda loca... y de toda ella y sus circunstancias, aprendo. Tras unas semanas haciendo cursos de pan con Pablo Conesa  Alternative Bakery (las crónicas llegarán: ¡despacio y buena letra!, me decía mi abuela), y trayendo a casa los resultados de esos cursos no estoy haciendo mucho pan.

De hecho, me cuesta pensar cuál será mi próximo pan, vistos -y comidos- los panes maravillosos de   Pablo y Rebeca: centeno, mucho centeno; harinas francesas de trigo, kamut, ... Después de todo ello, ¿qué puedo yo enseñar si aún no he terminado de aprender lo que nos han dado estos sabios del pan?

Entretanto, la vida se llena de pequeñas celebraciones, que ayudan a sobrellevar momentos tristes - J.A. D.E.P.- que debemos afrontar con serenidad.

Y una de esas celebraciones ha llenado mi casa de niñas, para acompañar a mi hija pequeña en el tránsito a su segunda década. En nuestra familia, cumplir 10 años es un momento muy especial: se deja atrás la primera década y se entra en la pre-adolescencia. Es maravilloso ver cómo comienzan a cambiar sus intereses, sus conversaciones... Pero aún lleva en su mochila las ilusiones de la infancia. Y una de esas ilusiones son las fiestas de cumpleaños y las tartas.

Como otros años, mi peque tiene varias tartas. Por ahora ya ha disfrutado una con sus amigas en una fiesta casera fantástica, de sandwiches de pan de molde casero, piñata de reciclaje y, para culminar, este pastel de bizcocho de vainilla, crema de chocolate y ganache de chocolate adornada con azúcar glas.

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Igual de importante para ella es la celebración con su clase en el colegio. Para esa celebración hacemos siempre una tarta creativa. No bien terminaba la Navidad, estábamos ya diseñando la tarta. Luego ha venido la planificación y por último el montaje.

Con mis bocetos torpes en el cuaderno de cocina, hicimos una reunión de chicas: mis hijas y yo, decidiendo cómo solucionar los problemas técnicos de montaje y los detalles decorativos. Este año hemos escogido el mar como motivo central.

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Y este ha sido el proceso de elaboración y montaje.

Tres días antes de montar la tarta, hice un fabuloso bizcocho de chocolate y masa madre en una plancha rectangular de 30 x 24 cms. Los bizcochos necesitan reposo para asentarse para este tipo de tartas. En caso contrario, son muy frágiles a la hora de manipular y decorar las piezas. En este caso, la plancha sería nuestro escenario: mar y playa. Hice además un bizcocho de limón y buttermilk (leche cortada con zumo de limón, en realidad) en un molde de cake, que después se convertiría en piezas para el faro.

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Y por último con una sencilla receta de sablée azucarada (1:2:3 partes de azúcar, mantequilla y harina) preparé la piezas más especiales: el barco y sus sujeciones, el ancla y la plataforma del faro.

La decoración está hecha con fondant para el faro y el barco y con merengue coloreado para el mar y la playa. Utilicé unas piedras de chocolate alrededor del faro y, por último algún elemento "incomestible": las velas del barco, la red con la pesca...

El montaje del faro estaba estudiado, por lo que fue muy fácil y resultón. Me ayudó la cumpleañera. El truco estaba en sacar con un aro de emplatar cilindros del bizcocho de limón con los que montar la torre. Optamos por usar tres tamaños: uno algo mayor como base, para darle estabilidad (a la par que reforzábamos la idea de una torre construida y anclada sobre la arena), otro para el cuerpo y uno muy pequeño, por último para hacer de cúpula del faro.

Estos son los tres cuerpos de bizcocho, desnudos.

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Decoramos la base de color blanca y el cuerpo, en cambio, creando bandas blancas y rojas. Y utilicé mermelada de melocotón casera como pegamento.


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Cuando tenía suficiente altura, forramos una galleta circular en forma de anillo con fondant rojo y la colocamos encima. El hueco interior nos permitió insertar unos palillos de madera (de los de pincho de carne) para anclar las piezas entre sí y luego sujetarlas a la base de bizcocho de chocolate.

Por último, con un cilindro menor y una semiesfera de migas de bizcocho, forrado todo con fondant, hicimos la luminaria del faro, a la que colocamos pequeñas luces amarillas. La colocamos sobre una pequeña galleta forrada, que descansaba sobre la parte superior del faro (la galleta anular), y que se podía levantar para eliminar los palillos antes de que los niños de la clase se lanzaran sobre ella.

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La cumpleañera fue una gran ayudante de cocina. Y logramos este faro, tan hermoso.

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El barco era una pieza de galleta, con una parte inferior que debía anclarse sobre el bizcocho de base. En la pieza había clavado un palillo de brocheta para servir de soporte a la vela (de papel con una pequeña felicitación de cumpleaños). Por ese punto, y como la galleta era grande y pesada se me partió. Tuve que comenzar por hacer un arreglo de emergencia, poniendo fondant para unir las piezas y dejándolo secar.

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Por ello, decidí cubrir el barco con fondant de color y convertirlo en una preciosa barca de pesca verde, y ello requería un par de complementos: ancla y red pescadora.

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Yo había pensado desde el principio colocar una malla atada al barco, a modo de red de pesca. Mi hija mayor tomó la iniciativa y pensó que era mejor que fuera una red llena de pesca: en casa de panes, muchos peces, símbolo de la abundancia que podemos compartir en este día de cumpleaños.

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Y por último, le añadí un pequeño ancla de galleta, modelada a mano y que por ello tenía el aspecto imperfecto de una pieza oxidada y vieja, con todo su encanto.

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Para darle más estabilidad hice otras dos piezas de galleta que actuaban con soportes laterales, perpendiculares al barco. Estas piezas debían quedar ocultas por el recubrimiento de merengue con el que hice el mar. A pesar de las dudas que tenía sobre esta parte del montaje, funcionó a la perfección: la prueba de fuego no fueron las 12 horas que la tarta permaneció montada en nuestra cocina, sino las escasas 3 horas que la tarta estuvo expuesta en la clase de cuarto de primaria, hasta que llegó el recreo y la profesora permitió a los chiquillos aprovecharse de ella.

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El mar y la playa fueron hechos con merengue coloreado. Recién puesto por la noche tenía este aspecto y volumen.

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Tras toda la noche de secado, los colores cambiaron y el volumen... cayó. El mar avanzó con tormenta desconocida y encontramos este otro paisaje.

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Menos mal que ni la tormenta ni la marejada se llevaron las ricas piedras de chocolate que colocamos al pie del faro.

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Ha sido toda una aventura. Hemos disfrutado haciendo esta tarta y parece que en colegio, devorándola. Mi hija fue y volvió feliz al colegio ese día.

Ahora sólo queda esperar y cerrar el círculo del año: espero que mi hija se arriesgue, cruce muchos mares y vuelva de cada travesía sonriente llena de cosas que contar, que las tempestades le enseñen prudencia y las estrellas nocturnas la guíen, que descubra otros mundos y otras gentes y que en cada retorno la esperemos con los brazos abiertos y el corazón impaciente.

Y cuando este año acabe, volveremos a buscar una idea divertida que plasmar en nuestra tarta de cumpleaños. Y así una y otra vez, mientras una sonrisa mágica ilumine su rostro cuando oye decir :¿qué tarta haremos este años?

10 comentarios:

  1. Qué bien lo habéis pasado!
    Feliz cumple para tu niña!

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  2. Menuda artista!! Planificacion bocetos, paso a paso... espero que estuviese tan deliciosa como parece. Un precioso bodegon marinero, enhorabuena. Yo aun no me he atrevido con este tipo de tartas, pero quien sabe un dia. saludos, carmen

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  3. No me extraña que tu hija llegase feliz del colegio! Pedazo tarta! La satisfacción ha debido de ser total!
    Un abrazo!

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  4. ¡Yo de mayor quiero ser tan artista como la cumpleañera!!!
    Muchos besos para la cumpleañera y para su hermana...
    La próxima vez que vaya a Sevilla espero que alguna de ellas me enseñe a trabajar con esos materiales desconocidos para mí :)

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  5. Una tarta con movimiento, eso no se ve todos los días!!!!. Seguro que estaba muy rica y la niña feliz.
    Saludos

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  6. Una preciosidad de tarta, no solo por ella misma, si no por el conjunto de manos y amor que reune.
    Quien pillara esos 10 años.

    Saludos

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  7. Tu tarta de cumpleaños me dejado sin palabras. Simplemente impresionante.

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  8. ¡Qué artista eres! Es una tarta preciosa.

    Besos.

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  9. Qué arte hay en esa casa!!! Y qué precioso y generoso es tu deseo para ella.
    Admiro aún mas que tu arte en la cocina, tus valores en la educación de tus hijas y en la vida. Es una suerte tenerte como amiga.

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    Respuestas
    1. Tú sabes que la suerte es mía: la vida me ha dado mucho: ¡mi pedazo de pan, mis dos pedacitos y tant@s amig@s buen@s!

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