miércoles, 7 de noviembre de 2012

¿Has sido alguna vez un "calavera"?

Hombre de poco juicio y asiento.
Hombre dado al libertinaje.
DRAE, 2001, 22ª edición

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Afortunadamente algo bueno tiene nuestra sociedad estructuralmente machista: el Diccionario de la Real Academia de la Lengua nada dice de las mujeres. Imagino que es porque asumen que las mujeres siempre tienen buen juicio (je, je). Pero alguna habrá dada al libertinaje, digo yo. 

En casa, a lo más que llegamos es a darnos a la pizza-calavera. ¿Qué os parece? Fue la cena en nuestro especial día de Halloween. Me gusta que nuestras hijas conozcan distintas formas de celebrar los ritos ancestrales del ser humano. Uno de ellos es el respeto debido a los difuntos. Y si en nuestra cultura de ascendencia católica la parte gastronómica de la festividad de Todos los Santos  Difuntos son los tradicionales "Huesos de Santo" y otras especialidades que celebran los frutos de otoño (como los panellets, canto cuasi-espiritual a los piñones), ¿por qué no divertirse jugando con las comidas siguiendo otras tradiciones?

La modernísima influencia de la cultura de los Estados Unidos no puede sino devolver al corazón de la vieja Europa alguna de las tradiciones que llegaron allá de la mano -cocinera y respostera incluidas- de los emigrantes de acá. Ilustrativo es la historia del Barm Brack como pan de festejo irlandés (pero eso os lo cuenta mejor Miriam, de El invitado de invierno). Este pan celebraba una festividad originariamente celta, el festival Samhain, que conmemoraba el 1 de noviembre el Año Nuevo Celta, día en que, según la creencia, las almas de los muertos vagaban por la tierra.

A nosotros nos gusta celebrar de varias maneras estos de días de Santos y Difuntos. El año pasado hicimos una empanada en forma de calabaza.

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Este año, comenzamos el día con un maravilloso desayuno de tortitas hechas con masa madre: una manera fácil de mantenerla activa a lo largo de la semana y sin que se acidifique en exceso. Estaban ricas, ricas... de muerte, decían las malas lenguas.

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Y a mediodía nos comimos un descomunal caldero de dedos de brujas ensangrentados (vulgo, macarrones con tomate y chorizo). Y por la noche, antes de disfrutar de un pase familiar de La novia cadáver... hicimos desaparecer entre horribles estertores esta mortalmente deliciosa pizza calavérica. La acompañamos de una espeluznante sidra y de un postre mortal: esencia de embalsamador... ¡Un menú tenebroso!




Y ahora, la receta para una pizza-calavera. Es una masa con un toque integral ligerísimo y una mezcla de harinas de trigo blando y duro. Está preparada al 66% de hidratación, con un total de 300 gr. de harina y 200 ml. de agua.


Ingredientes
100 gr. MM al 100% hidratación
25 gr. harina integral de trigo duro El Amasadero
100 gr. harina panadera recia El Amasadero
125 gr. harina panadera El Amasadero
150 ml. agua
1 gr. levadura seca
5 gr. sal

Método de elaboración
Pesar las harinas en un cuenco y añadir la MM y el agua. Mezclar bien y dejar reposar durante una hora.

Añadir la levadura y amasar al estilo Bertinet o francés. Es una masa que, con esta composición de harinas, se desarrolla muy bien y es fácil de trabajar: blanda pero no pegajosa.

Una vez bien amasada, formar en bola con tensión superficial. Colocar en un cuenco ligeramente aceitado y tapar. Según la temperatura ambiente fermentará entre 60 minutos (a 28º) y 4 horas (16º). En todo caso los tiempos son indicativos: la masa debe estar muy bien aireada y ligera antes  de montar la pizza.

Separar un trozo de masa de unos 75-90 gr. para hacer los "huesos". Calentar el horno a 250º.

Preparar una bandeja (apta para horno) con papel de hornear. Aceitarlo muy ligeramente. Extender el resto de la masa, desgasificándola, con las puntas de los dedos sin desgarrar la masa. Darle una forma aproximada de gran calavera.

Con una rasqueta abrir la "boca". Cubrir de salsa de tomate y de tropezones, como jamón troceado, atún desmigado, huevo duro picado... (reservando dos rodajas centrales del huevo duro, sin su yema).



Cubrir de queso mozzarella rallado. Preparar, con la masa que separamos al principio, dos "tibias" de pan y colocarlas cruzadas sobre la base de nuestra pizza-calavera.



Hornear a 250º durante unos 20 minutos hasta que esté bien hecho el pan y bien dorada la superficie.

Enfriar sobre una rejilla y adornar con las rodajas de huevo, que serán los ojos de la calavera. Si se quiere, para dar sensación de profundidad colocar en el hueco de la yema sendas rodajas de fuet.

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Disfrutarla entre aullidos, risas y cadenas arrastradas
¡Sin olvidarse de gemidos de horror en honor de la cocinera!

4 comentarios:

  1. XD qué humor... me ha encantado la empanada calabaza! Gracias por mencionarme, guapa.

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  2. Mira que yo no soy de Jalogüin... pero esta me la comía pero ya! Bss.

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  3. Una cena espeluznante, sin duda. Puedo imaginar cómo habrán disfrutado las niñas con los preparativos previos a la cena.

    A ti, soy Circe, tenemos que hacerte la ola. Enhorabuena.

    Besos.

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